Los maltratadores caracterizados por TP antisocial y rasgos
psicopáticos presentan un mayor riesgo de reincidir. Además
responden peor a los tratamientos estándar para maltratadores,
probablemente debido a que su falta de arrepentimiento y de empatía con las
víctimas implica muy poca motivación por un cambio de conducta. También el
consumo de alcohol y drogas son factores asociados al abandono del programa de
tratamiento. En contraste, los maltratadores de tipo disfórico, que
a menudo presentan sintomatología depresiva, tienden a estar mucho más
motivados por recibir tratamiento y éste suele obtener un mejor resultado.
El hecho de que la eficacia de
los tratamientos dependa del tipo de maltratado ha llevado a desarrollar
programas específicos. Por ejemplo, los maltratadores antisociales con rasgos
psicopáticos parecen responder muy pobremente en contextos de terapia con
grupos heterogéneos. El tratamiento de elección suele ser un grupo homogéneo
con apoyo institucional o tratamiento individualizado de naturaleza
cognitivo-conductual. En contraste, los abusadores cíclicos y emocionalmente
inestables funcionan mejor en grupos heterogéneos y se benefician también de
otros enfoques terapéuticos.
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